lunes, 30 de noviembre de 2009

Antonio

Son las ocho de la mañana. Bajo la mirada y las pequeñas esferas transparentes se alejan de mi cabeza en dirección al cielo, verticalmente, de regreso a las nubes que antes estarían dispersas y mostrando el azul profundo y el sol naciente; mientras, doy pasos de espalda hacia el hotel, entro en él y subo las escalas camino a la habitación, todavía de espaldas a la puerta, entro y la ropa sale.

Primero desato los nudos de mis zapatos, mi camisa sale suavemente de mis brazos para terminar en el suelo y los jeans rozan mis piernas mientras bajan y salen. Mi ropa interior vuelve a ser parte del escenario y regreso a la cama desnuda, envuelta en sábanas. Al lado del cuerpo tibio, que descansa plácido.


Cierro los ojos, los abro en la madrugada; estás sobre mí, estoy temblando y mi excitación está moviéndose, mis músculos distensionándose y tu pene saliendo de mí, entrando, saliendo, entrando, saliendo…

Estoy arrodillada, casi en cuatro, con mis manos contra la pared, sales y entras fuerte, y tu pelvis choca con mi cadera en un vaivén… mi vagina está húmeda y tu pene hirviendo sale una última vez y me das vuelta, me tumbo en sobre mi espalda, separas tus labios de mí y bajas por mi torso desnudo lamiendo mi pecho, mis pezones, mi estomago, te varas en mi clítoris y haces círculos, metes tu lengua en mi vulva, tus manos juegan con mis senos y acarician mi piel; besas hasta mi ombligo y tus dedos ya están en mis nalgas, mi cuerpo húmedo de saliva te busca desesperadamente, mis manos te apresan, te arañan, te toman, te halan, se desesperan por tenerte hasta que nuestros labios se encuentran nuevamente.

Los pantys suben por mis piernas acompañados de tus besos y me siento mientras abrocho mi sostén, tus manos en mi piel y tu camisa en las mías, me pones la camisa, subes mis jeans. Saco las manos de tu pantalón y tu pene se acomoda de nuevo, vestidos salimos dando la espalda a la puerta nuevamente escalas abajo y de frente al hotel las minúsculas gotas de sudor que humedecen mis manos lentamente son absorbidas por mi piel, las tuyas toman nuevamente temperatura, mi corazón disminuye su velocidad a medida que tu cuerpo se aleja del mío, el escozor desaparece y la imagen tridimensional formada en mi cerebro regresa a través del nervio óptico pasando la retina y el cristalino; reflejándose en mi pupila mientras los rostros se separan y los labios se alejan humedeciéndose un poco…. Pronunciando las palabras de adelante hacia atrás casi de manera ininteligible empiezo a regresar sobre mis pasos mientras tu figura se desaparece doblando la esquina, borrando la sonrisa de tu cara al verme, mi pulso disminuye y voy recobrando la calma. Subo al taxi mientras éste regresa a mi casa… bajo de él… voy arriba, giro sobre mis pies y abro la puerta. Estoy de regreso sentándome en la silla, llevo el teléfono a mi oído. Cuelgo.

-¡sòidA! –
-!.k.o¡-
- !otnup ne .m.p 01 sal a somev son¡-
- ¿aroh èuq a? !oruges¡ -
– sonrev somedop ìs rebas aìreuq, neiB-
-¿ut y? neiB –
- ¿sàtse omòC?
-!aloH¡-

El teléfono al oído repicando. Estoy frente a la pantalla… los días pasan miércoles, martes, lunes, domingo, sábado, viernes, jueves, miércoles. Los días avanzan. Tres, dos, una semana atrás… un día cualquiera, sentada en el computador la ventana de conversación se abre y regreso sobre mis palabras. 9,8, 7…

!-oinotnA, otsug ohcuM¡
-!aloH¡-

Hace unas semanas le conocí en una página de adultos en la red, entré por curiosidad, miraba perfiles, la mayoría con fotos de miembros erectos, vaginas dispuestas, bustos redondos y sensuales, pocos rostros, la ventana de conversaciones se iluminó “¡Hola! ¡Mucho gusto, Antonio!”. Hicimos las preguntas de rigor, rápidas y concisas, las palabras calientes fueron inmediatas, su atrevimiento y descaro me impresionó, me sedujo, me exaltó. No tuvo reparo en decirme como iba a chuparme y a cogerme. Me mostró cuan deseoso estaba de entrar en mí y yo me dejé llevar. Accedí a verlo hoy.

Llegó al lugar de encuentro, le veo doblar la esquina y una sonrisa se forma en su cara, camino hacia él, los cuerpos se acercan siento los latidos acelerarse, mi piel se eriza, mis manos sudan, las suyas se enfrían, humedezco mis labios y los suyos me rozan, su rostro se refleja en mi pupila y la imagen viaja a través del cristalino atraviesa la retina y llega a mi cerebro que la reproduce tridimensionalmente, le imagino desnudo y me siento dispuesta para dejar meterse en mi el placer libidinoso del sujeto que durante tantas noches ha estimulado mi cabeza logrando que reproduzca fantasías inimaginables hasta lograr que me masturbe con sólo escucharle, entregándole gemidos de placer.

30 de noviembre de 2009
Publicado en: Revista Virtual Siderola, Diembre de 2.009. Antonio: Erotismo no lineal.

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