miércoles, 8 de enero de 2014

Fórmula para acabar los problemas de la nación

Estaba leyendo un artículo que encontré en la red “Cómo uno de los países más violentos del mundo acabó con la delincuencia [1]”, y bueno, me quedé pensando si la represión es el camino al cambio o habrá más posibilidades de subsanar y apaciguar esta guerra que esquina a esquina nos sigue matando, ¿será que existe una fórmula para salir de ese círculo vicioso que es la violencia que nos ha azotado durante tantos años?

Y no, no creo que haya una fórmula estándar para que los problemas comunes de la humanidad tengan la misma solución aquí o en la Conchinchina, en Singapur o en Croacia, o en cualquier parte de este enorme planeta. Eso de las fórmulas ya lo intentó el FMI para llevar desarrollo a los países más pobres y sacarlos de la crisis y fracasaron [2], porque no hay fórmulas que valgan frente al pensamiento humano, frente a las sociedades. Valdría la pena evaluar lo que hemos hecho siempre, que no ha funcionado y cambiar el chip.

No hablo de medidas casi inhumanas, sino de medidas distintas a las que se han tomado por años y no han funcionado. Replantear, pero, para eso se necesita un gobierno distinto elegido por nosotros usando un método de selección distinto, dejar de caer en lo mismo. Para cambiar la sociedad, ella misma debe querer cambiar... elegir el cambio.

Nos falta mucho para jugárnosla por el cambio, nos quemados en la zona cómoda, en esa del "maluco también es bueno", en esa de "cuando no hay más con mi mujer me acuesto", en esa de "hay gente peor, no podemos ser desagradecidos", zona citada en nuestros adagios populares y ejercida a diario por todos.

¿Deberíamos salir de allí?, ciertamente, sí. Pero, no basta querer, no basta quejarse en redes todo el tiempo o con el vecino, o en la calle. No basta ser testigos omniscientes que esperan que otros pocos, los del campo, los del estrato bajo, los del desempleo, los mal atendidos por las EPS, los que no tienen casa, los más afectados; levanten la voz.

Se necesita conciencia colectiva (una frase que viene sonado hace rato), nuestro mayor problema, pues vivimos en la disociación de ideas por cuestiones regionales y sociales. Se necesita que pensemos como colombianos, no como paisas, rolos, costeños, pastusos, boyacenses, llaneros o demás.

Sería bueno pensarnos como neuronas, que hacen parte del cerebro de un individuo global llamado sociedad, que en conjunto defiende una idea, una creencia, un objetivo y trabaja por ello.

Debemos dejar de lado las conciencias particulares departamentales que acuñan la idea de fronteras ideológicas y juntarnos como un sólo sujeto social; este podría ser el principio de una solidaridad compartida que de manera natural se puede extender cuanto más se practique.

Pensémonos como nación, no como un montón de subregiones, de tierras, de razas que, para pesar de los que las ejercen, hace mucho no significan nada. De mi parte soy paisa, no ejerzo, no es mi raza, porque mi raza es ser colombiana.

Divide y vencerás, pues, ya estamos divididos y vencidos. Ahora, tenemos que probar a unirnos contra los robos de los semáforos, contra nuestros asesinos, contra los abusos a nuestros derechos, contras las estafas, contra las violencias, contra los silencios que nos apaciguan y acallan, contra ese miedo recalcitrante que nos mantiene estáticos en nuestras sillas frente al monitor y sólo nos dejan una publicación indignada frente a cada situación.

Las voces se alzan afuera, en la vida real. No en 140 caracteres, un like o un compartido. Se necesitan acciones reales para cambios reales.

Y no se trata de armarnos como civiles y tomarnos la justicia en nuestras manos. Hacer justicia civil es retroceder, involucionar como sociedad a las formas más primitivas de justicia como los linchamientos y golpizas públicas que en medios hemos presenciado, entonces quedan las preguntas ¿y luego qué vendrá? ¿Las hogueras, las horcas, la decapitación?

Sea como sea, las medidas inhumanas como estrategia para solucionar los problemas de un país, en ocasiones no diferenciarán víctimas inocentes de victimarios, y siempre habrá una pérdida humana o una degradación social.

1 Cómo uno de los países más violentos del mundo acabó con la delincuencia
2 Desarrollo y Libertad
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