lunes, 11 de febrero de 2013

Notas de Cigarrillo 006


Han pasado dos años fuera de esta casa, extrañaba su vista y sus ventanas. Extrañaba estas calles pedregosas, el ruido de la máquina chatarrizadora, el grito del señor de la tienda, la música de la fonda, el olor a vacas de mi vereda.

En mis anteriores entradas era obvia la ausencia de espacios para espiar la ciudad, sólo tenía una ventana de culo al mundo. En esta casa tengo muchas ventanas, un balcón y panorámica.

Hace semanas, creo meses, no escribía. Hoy estuve en mi balcón, (decir balcón es raro luego de dos años), aún no sé hacía donde voy con este post sólo sé que como los demás, también está impregnado de humo y cigarrillo.

El cigarrillo es un vicio, como muchos otros, que no se deja sino que se aplaza. Hoy desempolvé mis manos de esta abstinencia y negación a escribir. ¿Han pasado por ahí?, ¿por la incapacidad de concebir ideas?, ¿por esa inutilidad de vomitar palabras por los dedos?, a mi me pasa.

Llevo varios meses en los que no se me ocurre que escribir. Escribir no es fácil, aún para quienes la vida los dotó de talento, se debe tener una musa inspiradora, creo que la mía son las vistas panorámicas y los cigarrillos. Mi propio templo de inspiración.

Las musas pueden ser pequeñas, irrelevantes, detonantes mínimos de esos grandes derroches de letras y símbolos del lenguaje. Cada quién sabrá como inspirarse, yo dejé un tiempo el cigarrillo y aunque no lo culpo de mi mala racha para escribir, lo culpo por dejarme dejarlo ir... mejor dicho, por no oponerse a irse.

Cada que puedo hago una oda al cigarrillo, ese pequeño vicio que se arrebata con la cerveza, con el frío, con el olor a café caliente, con el vino, con las noches, sí, esas noches.

Extrañaba mi musa, extrañaba escribir, y esta impotencia manual no se cura con viagra, se cura con cigarrillos, con municiones para la cabeza, para el alma... sí, hoy creo, estoy romántica por mi encuentro con el amor, mi amor a mis vicios.

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